La FAO presta apoyo a los países y las comunidades para reducir los riesgos y la vulnerabilidad en los hogares y las comunidades.
Si bien la mayoría de las amenazas son inevitables, es posible prevenir o reducir el riesgo de que las comunidades estén expuestas a una crisis y mitigar sus efectos sobre las personas, sus medios de vida, la seguridad alimentaria y la nutrición.
La FAO promueve el acceso a tecnologías y buenas prácticas entre los agricultores, los pescadores, los ganaderos y los silvicultores antes, durante y después de que se produzcan las perturbaciones a fin de abordar las causas originarias de su vulnerabilidad, limitando al mismo tiempo su exposición general a futuras perturbaciones (reducción del riesgo de desastres).
Por ejemplo, la FAO ayuda a los países a adaptarse al cambio climático, incluidos los fenómenos extremos y la variabilidad climática, mediante el fomento de buenas prácticas como la utilización de cultivos resistentes a las inundaciones y las sequías, la preservación de bosques que protegen contra las tormentas y detienen la degradación de la tierra. Otros métodos son la agricultura de conservación, la diversificación de los medios de vida, el enfoque de ecosistemas en la pesca y la acuicultura, la mejora de la seguridad para los pescadores, la seguridad de semillas, el suministro de servicios financieros, los derechos de tenencia y el acceso a la tierra, la gestión sostenible del agua y la diversificación de la nutrición de la familia con fuentes alimenticias nuevas y ya existentes.
La FAO involucra a una amplia gama de asociados –como los miembros de las comunidades, científicos, responsables de las políticas y organizaciones no gubernamentales– para garantizar que las medidas que se adoptan sean adecuadas a nivel local, se basen en el riesgo, estén dirigidas por los interesados y sean sostenibles.
